El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que inició en la década de los años 80 en Galicia una línea de investigación pionera en aquel momento sobre las brásicas hortícolas, ha dado un paso más en el conocimiento de este cultivo con la prospección, recolección y caracterización de variedades autóctonas de berza, repollo y asa de cántaro en Asturias y Canarias.

El material obtenido, más de 100 nuevas entradas, se ha integrado en el banco de germoplasma de brásicas de la Misión Biológica de Galicia (Pontevedra), centro de investigación del CSIC que alberga también bancos de germoplasma de maíz y leguminosas, así como una colección de variedades autóctonas de vid.

Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación “Recursos genéticos del género Brassica: Prospección, recolección y caracterización”, financiado por el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria y en el que ha colaborado el Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CNRF).

“Galicia es la región por antonomasia para el cultivo de brásicas. Por ello, en la MBG se inició en los años 80 y se completó a finales de la década de los 2000 la recolección de variedades locales gallegas, que han ido pasando a formar parte de un banco de germoplasma integrado por cerca de 700 entradas y que está en permanente mantenimiento y revisión para evitar pérdidas de material y duplicidades”, explica Pablo Velasco Pazos, científico del CSIC en la MBG e investigador principal del proyecto.

“En 2010, decidimos dar un paso más con el inicio de la prospección, recolección y caracterización de variedades locales de brásicas, en colaboración con el CNRF en regiones limítrofes a Galicia (Asturias y Castilla y León) y en las Islas Canarias, donde sabíamos que existía un buen número de variedades locales de estos cultivos que se habían mantenido aisladas debido a las peculiaridades geográficas de estas zonas. Este trabajo ha derivado en la incorporación al banco de más de 100 nuevas entradas”, añade.

Los científicos del CSIC han observado en su estudio que las variedades canarias presentan una composición particular de metabolitos secundarios, lo que las diferenciaría del resto de variedades peninsulares.

“A nivel de marcadores moleculares, sin embargo, no es posible hacer una agrupación clara de estas variedades, con lo que no es posible discernir su origen concreto en alguna zona de Galicia, Asturias o Castilla y León. Si bien parecen estar más próximas a las variedades gallegas y asturianas que a las procedentes de Castilla y León”, señala Velasco.

Los bancos de germoplasma y las investigaciones del CSIC sobre brásicas

 Los bancos de germoplasma son colecciones de material vegetal vivo, en forma de semillas u otros propágulos, como tubérculos, que permiten conservar a largo plazo el material genético. La conservación de las semillas se realiza en condiciones de baja temperatura y humedad para mantener a largo plazo una adecuada viabilidad de las mismas.

Sus objetivos son localizar, recolectar y conservar plantas consideradas de interés prioritario para la sociedad, así como, a partir de ese material, realizar estudios científicos orientados a la mejora de estos cultivos frente a diversos estreses.

En la década de los 80 los doctores Ordás y Baladrón iniciaron la recolección de brásicas de Galicia y sentaron las bases del actual banco de germoplasma de brásicas de la MBG.

En la década de los 90 se constituyó, con la incorporación de la doctora Cartea, el grupo de brásicas de la MBG. Se inició entonces una nueva fase en la prospección y recolección de material genético de brásicas de Galicia, y se llevaron a cabo diversas acciones para el mantenimiento y mejora del banco de germoplasma.

“Desde su creación el banco de germoplasma de brásicas de la MBG ha crecido considerablemente hasta convertirse en una colección de referencia a nivel nacional y representativa del ámbito atlántico. Se han incorporado nuevas técnicas de conservación de semillas para prolongar su viabilidad a largo plazo y se han identificado mediante técnicas moleculares y morfo-agronómicas los posibles duplicados de esta colección. Todo ello nos ha permitido implementar el manejo de la misma y disponer de un material único por la ‘singularidad’ de los cultivos, que mantenemos además en unas condiciones óptimas de conservación”, explica Elena Cartea González, investigadora científica del CSIC en la MBG y jefa del Grupo de genética, mejora y bioquímica de brásicas.

“Hoy disponemos de una amplia colección y muy útil, puesto  que da servicio a una creciente demanda de pequeños agricultores, cooperativistas, empresas y científicos tanto nacionales como extranjeros. Con las variedades locales conservadas, algunas en peligro de desaparición debido al abandono del campo y a su sustitución por variedades comerciales, se pueden desarrollar labores de multiplicación y programas de mejora genética de la especie, lo que permite contar con variedades con mayor producción, calidad comercial o resistencia a enfermedades asegurando, además, la diversidad del cultivo de brásicas hortícolas y minimizando, por tanto, el riesgo de erosión genética”, destaca Cartea.

El grupo “Genética, mejora y bioquímica de brásicas”, se dedica al estudio de la calidad nutricional y resistencia a estreses y su aplicación en la mejora de brásicas hortícolas. Actualmente, está trabajando en dos proyectos financiados por el plan nacional y en un contrato con empresas.

Para el estudio de esta colección singular, este grupo mantiene colaboraciones con entidades de investigación tanto a nivel nacional como a nivel internacional, con centros que trabajan en temáticas similares y que pueden aprovechar las características del material de este banco. Como ejemplos, en el IAS de Córdoba se está estudiando la adaptación de variedades gallegas de grelos a las condiciones agroclimáticas del sur de España, mientras que en la Universidad de Gottigen, en Alemania están evaluando el potencial de variedades gallegas de nabicol para incrementar la producción de variedades de canola.

Es, además, uno de los grupos de investigación del CSIC participantes en el proyecto Galiat 6+7, donde seis empresas de alimentación de Galicia y siete grupos científicos están indagando en el efecto saludable de determinados alimentos autóctonos gallegos que forman parte de la dieta atlántica.