Directora del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG).

Desde 2017 dirige el Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia. ¿Cómo lo presentaría al público general y qué destacaría de su evolución?

Como un instituto de investigación cuya principal actividad se centra en generar conocimiento en disciplinas relacionadas con el suelo y con las plantas y la interacción entre ambos. Ha formado parte del área de Ciencias Agrarias del CSIC y en la actualidad se integra en Vida. Inició su andadura en el 1953 como una sección del Instituto de Edafología y Fisiología Vegetal de Madrid, ubicado en el palacio de Fonseca. Desde 1959 tiene su sede en las instalaciones actuales ubicadas en la Avda. de Vigo en el Campus Sur de Santiago de Compostela y desde 1974 mantiene su denominación actual.

¿Cómo ha evolucionado?

En sus inicios había dos unidades estructurales de investigación: “Génesis y Sistemática de Suelos”, cuya investigación estaba enfocada a la cartografía de suelos de Galicia y del norte de España y al estudio de las características del suelo relacionadas con nutrición y fertilidad de los mismos, y “Fisiología Vegetal”, cuyas líneas de investigación permitieron obtener híbridos de castaño resistentes a la tinta y métodos para su propagación vegetativa, así como el análisis de hormonas y compuestos relacionados con procesos de desarrollo. Estas unidades pasaron a ser departamentos con diferentes grupos y líneas de investigación.

¿Cómo es su estructura actual?

A día de hoy, el IIAG está formado por dos departamentos y siete líneas de investigación, que se han ido adecuando a las necesidades prioritarias del ámbito agroforestal, incorporando para ello nuevas tecnologías y tratando de dar respuesta a los problemas actuales del sector. Por una parte, Bioquímica del Suelo, desde donde se estudian aspectos relacionados con la calidad, conservación y recuperación de suelos afectados por agentes antrópicos como incendios, contaminación… Por su parte, Fisiología Vegetal, especializado en la micropropagación de especies leñosas, implementando nuevas herramientas biotecnológicas y moleculares para abordar los retos de propagación, regeneración, mejora y conservación de especies leñosas.

¿Qué hace diferente, singular, al IIAG con relación a otros institutos y centros de investigación, del CSIC y de otros agentes del sistema de I+D+i?

Aunque, efectivamente, en España existen otros centros con líneas similares, el IIAG es un centro de referencia tanto en sus investigaciones del suelo como en la micropropagación de especies forestales. La singularidad de Bioquímica del Suelo radica en que gran parte de su investigación en el ámbito de la edafología se centra en el estudio de suelos de la zona templado-húmeda, específicos de la zona atlántica gallega. Además, durante más de 25 años, desde este departamento se han estudiado los efectos de los incendios y posibilidades de recuperación de los ecosistemas quemados. En cuanto a Fisiología Vegetal, ha sido pionero en la aplicación de herramientas biotecnológicas y en el desarrollo de protocolos para la propagación in vitro, conservación, regeneración, transformación y mejora de especies leñosas forestales recalcitrantes. Por último, es importante destacar que gran parte de estas líneas de investigación se llevan a cabo con árboles adultos seleccionados de especies autóctonas gallegas como son el castaño, roble o el alcornoque, entre otras, lo que imprime un valor añadido a la hora de poder clonar y propagar árboles seleccionados.

¿Podría poner algunos ejemplos concretos de la labor del IIAG en el ámbito de la transferencia?

Nuestras investigaciones han contribuido y contribuyen al cuidado y protección del medio natural y al desarrollo del sector agroforestal. En colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela, hemos desarrollado un índice de riesgo de incendios y se han evaluado los efectos que tienen sobre el suelo y la vegetación los agentes químicos que se utilizan para retardar la propagación de incendios forestales. También se está llevando a cabo la fitogestión de zonas de minas con alto contenido en metales pesados y el desarrollo de fitominería en suelos ricos en níquel, como inicio de un sistema de aprovechamiento del suelo. A ello se une que, mediante el desarrollo de bancos de germoplasma vegetal ex situ, contribuimos a la conservación de los recursos existentes al disponer de materiales que puedan adaptarse a los efectos del cambio climático. Por otra parte, hemos generado herramientas y protocolos que están siendo utilizados por sectores públicos y privados para mejorar la producción de especies de alto interés.

¿Qué le diría a una persona que no considere una prioridad invertir en I+D+i?

Pues que invertir en investigación es invertir en futuro y en progreso, ya que es uno de los principales motores del desarrollo social y económico. Aquel que no considere fundamental la I+D+i en el desarrollo de un país y de la sociedad en general, adolece de miopía, pues esta inversión tiene un papel primordial en el crecimiento económico y en el bienestar social, ya que favorece la productividad y la satisfacción de las necesidades sociales. Es imprescindible invertir en ciencia básica y en ciencia aplicada. Buena prueba de ello es que a día de hoy nos resultaría difícil realizar muchas tareas cotidianas sin los avances científicos.

¿Y al personal de I+D+i que no considere relevante acercar sus investigaciones a la sociedad?

Hay que tener claro que investigamos para la sociedad y con los recursos que nos esta nos proporciona. Por ello, es nuestro deber y obligación transmitirle y acercarle nuestro conocimiento. Además, una sociedad informada estará concienciada de los beneficios que reporta la investigación y podrá demandar a sus políticos una mayor inversión en I+D+i para seguir generando conocimiento en todos los ámbitos de la ciencia y un mayor bienestar social. A ello se une que a través de la comunicación de la ciencia se genera opinión y se puede influir en el cambio de hábitos y prácticas mediante la concienciación. Por todo ello, considero que es imprescindible transmitir al público lo que estamos haciendo en los centros de investigación de una forma sencilla y transparente, siendo los científicos los mejores comunicadores explicando lo que sabemos, lo que hacemos y por qué y cómo lo hacemos.