El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), a través de la Misión Biológica de Galicia (MBG), coordina la parte científica del proyecto de innovación educativa “Programa Botánico de Selección y Mejora Participativa en la Unión Europea”, que ha concluido su primera edición en este curso escolar 2020-2021.

El proyecto, que se desarrolla durante tres cursos escolares, cuenta con la participación de tres países: España, Irlanda y Portugal. Se enmarca en la Acción KA201 para la Innovación y permitirá introducir, en los tres centros involucrados, una nueva actividad transversal que será supervisada por organismos públicos de investigación de los tres países implicados.

Por España participa el Centro Público Integrado de Mosteiro-Meis (Pontevedra) y grupo de Genética, Mejora y Bioquímica de Brásicas de la MBG, cuya jefa es Elena Cartea González. Este grupo también se encarga de la dirección y supervisión científica del proyecto a nivel internacional, mientras que su coordinación general recae sobre el CPI de Mosteiro-Meis, dirigido por Luis Camilo Fernández.

Por Irlanda participa el instituto Coláiste Iognáid (Galway) con el asesoramiento de National University of Ireland Galway y por Portugal participa la Escola Básica e Secundária Armando Côrtes-Rodrigues (Vila Franca do Campo) con el asesoramiento del Serviço de Desenvolvimento Agrário de São Miguel.

Colaboran de los ayuntamientos de Galway, Meis e Vilafranca do Campo.

El proyecto surge con la finalidad de destacar, visibilizar y difundir el valioso patrimonio que suponen las variedades locales, a la vez que se propicia el aprendizaje de las ciencias y se inicia a los escolares en la investigación agraria.

“Estas variedades locales, que han sido seleccionadas por los agricultores durante siglos, favorecen prácticas más sostenibles y suponen un reservorio de genes de interés frente a nuevas amenazas. En este sentido, el trabajo de investigación que se está llevando a cabo incluye variedades locales de Brassica de tres zonas geográficas tan diversas como son Irlanda, Azores y Galicia, sobre las que se estudian el rendimiento y la adaptación, además de otros caracteres de interés como la resistencia a plagas y enfermedades”, explica Elena Cartea González, quien añade que “en este estudio se llevará a cabo un programa de mejora a pequeña escala, en el que se seleccionarán aquellas plantas que muestren las mejores características, permitiendo su cruzamiento para realizar finalmente la selección de aquellas plantas con mejor calidad y mejor adaptadas a las condiciones de cultivo de cada uno de los países que intervienen en el proyecto”.

El proyecto abarca tres enfoques específicos (científico, educativo y laboral) con los siguientes objetivos:

Obtener nuevas variedades de repollo, un cultivo perteneciente al género Brassica, mediante un proceso de selección y mejora participativa en el que colaboren escolares, profesionales y científicos. Se va a desarrollar a nivel local, es decir, bajo unas condiciones edafoclimáticas concretas y utilizando las técnicas de cultivo particulares de cada país, pero estableciendo a su vez una colaboración transnacional al intercambiar materiales, datos y conocimientos entre los equipos participantes.

Introducir en el programa docente una actividad científico-técnica, con carácter aplicado, inexistente en el curriculum actual de los centros, que además cuenta con el aliciente de que es realizada a nivel internacional.

Proveer al alumnado de conocimientos teóricos y técnicos relacionados con la actividad agraria, tratando de establecer una conexión entre el entorno educativo y las opciones profesionales en su mercado laboral más próximo (su municipio), teniendo en cuenta que las tres localidades involucradas en el proyecto se encuentran en entornos agrarios, donde tienen gran relevancia el sector hortícola y/o vitivinícola.

“El proyecto, que se ha desarrollado por primera vez en este curso escolar, se extiende ahora durante la época estival para la compilación y análisis de datos por parte de los supervisores científicos”, explica Elena Cartea González.

“En este primer año se ha llevado a cabo una intensa labor, iniciada con una introducción al método científico y diseño de experimentos, para continuar con la siembra y trasplante del material vegetal, el manejo del experimento, la obtención de datos y la selección de las mejores plantas para su posterior cosecha. Este trabajo en campo se ha complementado con estudios adicionales sobre plagas y enfermedades en el laboratorio de ciencias. Entre los meses de julio y septiembre, además de la cosecha de la semilla, está teniendo lugar la compilación y el análisis de los resultados para en octubre retomar el proyecto a nivel escolar, sembrando el material vegetal seleccionado en cada país procedente de la cosecha anterior y continuando con el correspondiente manejo de experimento en campo y la obtención, compilación y análisis de datos”, avanza Elena Cartea González.

El proyecto es una iniciativa de la Fundación Antón Losada Diéguez como parte de su obra social.

Se ha iniciado en este curso escolar y se extiende ahora durante la época estival, durante la que se está realizando la compilación y el análisis de datos por parte de los supervisores científicos.