Jefa del grupo Viticultura, Olivo y Rosa de la MBG. Desde este grupo, han indagado en cuestiones relacionadas con las vides y los resultados de estas investigaciones han sido claves para el registro de determinadas variedades. 

En la Subdirección General de Medios de Producción Agrícolas y Oficina Española de Variedades Vegetales existen dos instituciones jurídicas íntimamente relacionadas, el Registro de Variedades Protegidas y el Registro de Variedades Comerciales. En este último Registro se incluyen las variedades que han superado los exámenes técnicos y, por tanto, son idóneas a nuestras condiciones agro-climáticas. Posteriormente, pasan al Catálogo Común de la Unión Europea, con lo que pueden ser comercializadas en toda la Unión Europea sin limitación alguna y al Catálogo de la OCDE.

Efectivamente, el tema de la vid en la Unión Europea está muy regulado. Registrar una variedad de la especie Vitis vinfera no tiene nada que ver con registrar variedades de otras especies agrarias.  Es un proceso muy lento y complicado, que dura varios años, que tiene un coste económico elevado y para que el que es necesario aportar numerosos datos científicos, así como otro tipo de documentos que demuestren, por ejemplo, la antigüedad de su existencia en una zona determinada.

Tras más de tres décadas décadas dedicada a la investigación sobre vides, ¿qué balance haces en relación, sobre todo, con el registro de variedades?

En el año 1986, cuando inicié mi carrera científica, gran parte de la normativa europea no existía en España y muchísmas de las variedades de vid que hoy se utilizan para elaborar vinos de gran calidad en las distintas Denominaciones de Origen (D.O.) españolas estaban todavía sin describir.

Fuimos pioneros en España en la recuperación y descripción científica de las antiguas variedades de vid, algunas de las cuales aparecían citadas, pero no descritas ni reconocidas a nivel oficial. En Galicia, al igual que en otras zonas de España, existía mucha confusión en torno a las variedades de vid, atribuyéndoles en muchos casos nombres, orígenes y sinonimias totalmente erróneos. En las colecciones nacionales de El Encín y Rancho de la Merced, casi no tenían variedades gallegas ni asturianas y algunas de las que tenían estaban erróneamente identificadas, empezando por el Albariño.

Prospectar todas las zonas vitícolas de Galicia y Asturias fue una gran aventura, agotadora, pero maravillosa y muy enriquecedora. Al principo usábamos solo los descriptores ampelográficos de la OIV, junto con otros propuestos por distintos autores como los del botánico español Simón de Rojas Clemente en 1803, que fue quien desarrolló el primer método científico de descripción de variedades de vid (ampelografía) y describió un número importante de las que se cultivaban en Andalucía en el siglo XIX, tanto para vino como para uva de mesa consumida en fresco. Posteriormente, ya en los años 90 del siglo XX, aparecieron los primeros métodos de análisis molecular (ADN), que nos permitieron completar los estudios descriptivos y confirmar algunas sinonimias, que no teníamos claras. En este tema hay que aclarar sin embargo una cuestión muy importante y es que el análisis molecular, el análisis de ADN, no sustituye nunca al ampelográfico (botánico), sino que lo complementa.

Cualquier persona interesada en la inscripción de una variedad convencional, modificada genéticamente o de conservación (variedades locales o autóctonas), puede presentar una solicitud dirigida al Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación para que inicie el proceso de incorporación. Ese proceso es complejo y largo. Por una parte, requiere trámites legales y administrativos en los que intervienen las Comunidades Autónomas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y la Dirección Técnica de Evaluación de Variedades y Laboratorios (DTEVL, INIA-CSIC). Por otra parte, es necesario que existan estudios e informes científicos que demuestren el carácter único de la variedad, es decir, que no se trata de una sinonimia de otra ya incluida.  En el caso de tu grupo de investigación, ¿en qué casos os habéis implicado?

Hemos trabajado en todas las variedades gallegas y asturianas. No solo las hemos descrito, sino que previamente desde el CSIC fue necesario realizar un enorme y laborioso trabajo de prospección, localizando ejemplares centenarios de todas ellas, realizando estudios in situ, o análisis comparativos de sus características, etc. Incluso, en algunos casos, aportamos datos históricos y diversa documentación, para demostrar que se trataba de variedades muy antiguas o de carácter autóctono.

En el caso del Albariño por ejemplo, cuando empecé a  trabajar con esta variedad en mi tesis doctoral, en el año 1987, se dudaba de si era autóctona o no. Unos decían que era en realidad la variedad francesa Savagnin Blanc, otros que era la variedad alemana Riesling, o la portuguesa Fernao Pires. Había muchísima confusión y fue necesario hacer una amplia prospección, localizar más de 40 ejemplares centenarios en diferentes puntos de Galicia y llevar a cabo posteriormente y con todo rigor, numerosos estudios. Fue necesario después publicar los resultados obtenidos o aportarlos a distintas entidades, para demostrar que era una variedad única, autóctona de Galicia y diferente a todas las existentes.

Lo mismo ocurrió con muchas otras variedades de Galicia y con todas las de Asturias. Especial ilusión nos hizo el reconocimiento de la variedad Tinta Castañal; el Albarín Tinto de Asturias y su sinónimo Bruñal; El Albarín Blanco con su sinonimia Branco Lexítimo; o el caso de Ratiño Gallega. También la Albilla do Avia, de cuyo ejemplar original guardamos las hojas herborizadas desde 1988 en nuestro herbario de la MBG, además de fotografías y réplicas vivas en nuestra colección de variedades, junto con las de muchas otras variedades.

Me gustaría destacar que los estudios científicos previos son fundamentales para que una variedad sea reconocida. Esto es un buen ejemplo de lo necesaria e importante que es la ciencia para ayudar a que los páises sean competitivos en los distintos ámbitos del sector productivo, prosperen y puedan alcanzar altos niveles de desarrollo.

En 2021 se incorporaron a dicho Registro dos variedades de vid gallegas: Albilla do Avia, a través de una solicitud efectuada desde la Xunta, y Ratiño Gallega, a través de una solicitud efectuada desde el CSIC. Hasta esta fecha, no existían legalmente, con lo que no se podían plantar ni se podían comercializar vinos con su nombre. ¿Qué información tenéis de cómo ha evolucionado su cultivo y comercialización?

Efectivamente, estas dos variedades han sido las últimas en ser reconocidas hasta el momento. Al no estar descritas, no se reconocía oficialmente su existencia y por tanto, no podían ser plantadas en ningún viñedo y menos elaborar vinos a partir de ellas.

Sobre la Albilla do Avia, hay menos interés comercial, porque en este caso se trata de una variedad localizada puntualmente en un lugar muy concreto y de la que apenas existían un par de cepas antiguas. Se trata de una variedad interesante que puede utilizarse en distintas zonas de Galicia para elaborar vinos de calidad.

El Ratiño sin embargo, aunque actualmente estaba casi desaparecida, era una variedad muy extendida antiguamente en distintos puntos de la comarca de Pontevedra, cocretamente en la zona de Barro, donde hemos encontrado unos cuantos ejemplares centenarios. También hemos localizado diversos ejemplares centenarios en otros puntos de la provincia de Pontevedra, con nombres locales distintos, como Cajarrento en la zona de O Rosal y Blanca de Cabanelas en la zona del Salnés. Sobre esta variedad, nos consta que hay varias bodegas muy interesadas en plantarla y en elaborar y comercializar vinos.

Se ha publicado recientemente en el BOE el Real Decreto 32/2023, de 24 de enero, por el que se modifica el Real Decreto 1338/2018, de 29 de octubre, por el que se regula el potencial de producción vitícola. Entre sus novedades para la comunidad autónoma de Galicia figura la ampliación de la Lista de variedades autorizadas en la citada comunidad autónoma. Se incluyen un total de 32 variedades (15 blancas y 17 tintas) contando las dos últimas incorporaciones de viníferas de uva blanca: Albilla do Avia y Ratiño Gallega. ¿Qué supone?

Que cualqueira de las Denominaciones de Origen de Galicia podrá solicitar su inclusión como variedades autorizadas y a partir de ese momento cualquier viticultor adscrito a la D.O. en cuestión podrá plantar Ratiño Gallega o Albilla do Avia en sus viñedos, elaborar vino a partir de sus uvas y poner el nombre en la etiqueta de la botellas para comercializar. Supone, además, abrir la posibilidad de elaborar dos vinos diferentes, únicos y exlusivos y de poner en los mercados nacionales e internacionales, un nuevo producto gallego de calidad.

¿Qué destacaría de estas dos variedades?

Se trata en ambos casos de variedades blancas capaces de producir vinos de calidad.

Ratiño Gallega es una variedad que se cultivaba en la provincia de Pontevedra desde la antigüedad y que por distintas razones, quedó en el olvido. Tiene un alto nivel de adaptación a algunas zonas de la provincia de Pontevedra próximas a la costa, con una pluviometría importante y temperaturas suaves.

Albilla do Avia sin embargo, no era una variedad muy extendida ni de cultivo tradicional en grandes zonas. De hecho, solo se conservaban un par de ejemplares. Es una variedad más adaptada a zonas de interior, como la provincia de Ourense, pero quizá sea también interesante en áreas costeras. De hecho, en el marco de un proyecto CDTI, hemos realizado algunos ensayos con la bodega Mar de Frades en Salnés y esperamos poder continuar en los próximos años ese proyecto.

¿Podéis avanzarnos si próximamente es posible que haya alguna incorporación de nuevas variedades de vid gallegas a dicho Registro?

De momento no, pero es posible que el próximo año iniciemos el proceso de registro de alguna otra variedad que estamos estudiando.