Rosa Ana Malvar Pintos

Profesora de investigación en la Misión Biológica de Galicia (MBG).

Jefa del grupo Genética y Mejora de Maíz.

Licenciada (1984) y doctora (1989) en Biología por la Santiago de Compostela. Su principal línea de investigación versa sobre la mejora genética de maíz, con el objetivo de usar la biodiversidad para obtener un cultivo productivo, sostenible y de calidad frente a las amenazas del cambio climático, centrándome especialmente en la resistencia a las plagas

Autora de cerca de 180 publicaciones en revistas incluidas en JCR y directora de nueve tesis doctorales.

He participado en 45 proyectos autonómicos, estales y europeos, y en 14 ha sido la investigadora principal. Su labor investigadora también se realiza a través de contratos con empresas. Ha desarrollado material vegetal.

Directora de la MBG (2002-2011), en la actualidad coordina la Plataforma Temática Interdisciplinar del CSIC. AGROFOR, que agrupa a más de 70 investigadores de más de 30 grupos de investigación y de 15 Institutos del CSIC además de empresas relacionadas con el sector agroforestal.

Beatriz Novoa García

Profesora de investigación en el Instituto de Investigaciones Marinas (IIM).

Jefa del grupo Inmunología y Genómica.

Licenciada (1989) y doctora (1993) en Biología por la Universidad de Santiago de Compostela. Ha sido investigadora postdoctoral en la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) y ha completado su formación como investigadora en la Universidad de Maryland, Universidad de Maine, Universidad de Harvard y Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos).

Autora de más de 200 artículos científicos publicados en revistas SCI y 27 capítulos de libros/libros.

Ha sido investigadora principal de proyectos de investigación nacionales (Plan Nacional, IP y coordinadora de un proyecto Consolider) y proyectos europeos. Tiene varios premios de investigación y ha sido directora/codirectora de 20 tesis doctorales y además tesis de máster y de fin de carrera. También participa en programas doctorado en colaboración con diferentes Universidades y es profesora del Máster Inter-universitario de Acuicultura y del de Genómica y Genética de las tres universidades gallegas.

Ha sido Adjunta de Coordinación de Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP), Ministerio de Economía y Competitividad. Area de Ganadería y Acuicultura (2012-2019).

En la actualidad, es editora de laa revistas “Fish and Shellfish Immunology”, “Developmental and Comparative Immunology” y F”rontiers in Immunology”. Desde 2016 es presidenta de la Sociedad Internacional de Inmunología de Peces y Moluscos.

Profesoras de investigación, jefas de un grupo de investigación y recientemente han sido incluidas en “Ranking rankingDIH sobre las más importantes Profesional de la ciencia mujeres residentes en España según su índice FH”.

¿Por qué optasteis por cursar una carrera de Ciencias y por qué, en concreto, Biología?

Me gustaban, y me siguen gustando, disciplinas consideradas de letras, como la Historia, pero siempre me sentí más atraída por las ciencias en general: Matemáticas, Física, Química y Ciencias Naturales. Me atraía la parta científica mucho más que la tecnológica y elegí Biología porque me interesaba mucho la biología fundamental y especialmente la genética, y no tenía especial atracción ni por las plantas ni por los animales.

Siempre tuve bastante claro que quería estudiar una carrera de Ciencias, sin embargo, nunca me gustaron especialmente los animales. Aún así, decidí estudiar Biología porque lo que me atraía muchísimo eran la Genética y la Microbiología. En aquel entonces no había carreras como hoy en día en las que te puedes especializar más.  A pesar de que durante la carrera de Biología cambié un poco de opinión con respecto a materias o a asignaturas que inicialmente desconocía, siempre me mantuve en mi idea y mi sueño de estudiar virus, genes, y más tarde la interacción entre los patógenos y el sistema inmune, es decir las enfermedades.

¿De dónde viene vuestra vocación científica? ¿Ha influido alguien en ella?

En mi caso, de cuando tuve mi primer contacto con la investigación:  en 4º de carrera cuando entré en el Departamento de Genética para realizar la tesina. Nadie ha influido de manera significativa en mi vocación

No influyó nadie en ella, de hecho, recuerdo que incluso hubo personas que me desaconsejaron estudiar Biología por la falta de salidas. No mis padres, que siempre apoyaron mis decisiones.

¿Por qué, una vez concluida la carrera, optasteis por realizar la tesis doctoral?

Al acabar la carrera, estuve un año más haciendo la tesina y en ese momento ya me interesaba la investigación, pero en aquellos años la obtención de una beca predoctoral era difícil. Entonces, me planteé una doble vía: preparar oposiciones de instituto o realizar la tesis en la MBG. Así, en febrero de 1986 comenzó mi andadura en la MBG y poco a poco fui declinando la idea de presentarme a las oposiciones.

Sabía que si quería estudiar “genes y virus” era la opción adecuada. De todos modos, opté por el camino de la tesis cuando supe que me habían concedido la “beca” (hoy, contrato) predoctoral del Ministerio, o sea el equivalente a las FPU de hoy. Tenía claro que solo con ese contrato me podía permitir hacer la tesis.

¿Dónde completasteis vuestra formación en el extranjero y qué os supuso?

Estuve en el Departamento de Mejora Genética de Plantas en la Universidad Agrícola de Wageningen (Países Bajos) y fue una parte muy importante en mi desarrollo como investigadora, pues considero que con ello sales de tu zona de confort, te enfrentas a otro país a otro idioma, conoces otros sistemas de investigación, aprendes nuevas técnicas y estableces nuevas relaciones y amistades. Todo ello ello te hace madurar en lo personal, pero, sobre todo, en lo científico: cuando vuelves tienes mayor independencia y estás capacitado para diseñar tus programas de investigación.

Durante la etapa de tesis hice dos estancias en Estados Unidos, en la Universidad de Maryland y en la Universidad de Maine. Al terminar la tesis cursé estudios postdoctorales a la Universidad de Aberdeen, en Escocia (Reino Unido) y más adelante completé mi formación en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos). Todo este tiempo en laboratorios extranjeros me permitió ampliar mi visión de la actividad científica desde otras perspectivas, conocer otras formas de trabajar y de vivir. Desde luego, considero que supone una oportunidad para crecer como persona fuera de tu ambiente.

¿Cómo fueron vuestros inicios en el CSIC? ¿Cómo recordáis entones a la institución y cómo creéis que ha cambiado?

Cuando me incorporé a la MBG, en 1986, Pontevedra y Madrid, donde está la sede central del CSIC, no estaban tan bien comunicadas como ahora y en ese sentido la institución, como tal, “se sentía poco”. Recuerdo también que me llamó la atención a diferencia con el mundo universitario, pues en CSIC la organización era más clara y con unas condiciones laborales mejores. 

En mi caso recuerdo esos inicios como ilusionantes. Supongo que el CSIC ha cambiado en muchas cosas, pero creo que aún puede hacerlo mucho más.

¿Qué supuso para vosotras llegar a la figura de profesora de investigación? ¿Quién os ha apoyado más en el camino?

Es alcanzar la máxima categoría en tu profesión, por lo que lo primero que sientes es satisfacción por el reconocimiento del trabajo bien hecho y piensas “¡Qué bien, ya no tengo que pedir más ascensos!”.  Tengo que decir que mi grupo ha sido fundamental en que yo pudiera ascender y en todos mis logros: desde Amando Ordás, que fue un director de tesis extraordinario y que me llevó de la mano en mis primeros años de investigación, hasta Pedro Revilla y Ana Butrón, quienes me han acompañado gran parte del trayecto y han permitido que mi currículum no se resintiera cuando obligaciones de otra índole, como la dirección, ocuparon la mayor parte de mi tiempo. También han sido de gran importancia mis doctorandos porque, de una u otra forma, me obligaban a no parar nunca.

Para mí, supuso el que finalmente se valorase mi carrera. El camino ha sido posible gracias a mi familia. Mis padres han estado siempre ahí. Tengo la suerte de vivir cerca de ellos por lo que cuando me iba de viaje sabía que mis hijas estaban bien. Y esto fue muy importante para poder desarrollar mi carrera. Además, sin lugar a dudas, mi apoyo ha sido mi marido, Antonio Figueras, con quien no solo he compartido mi vida, sino también mi investigación. Aunque yo incorporé al grupo mi experiencia en virus de peces e inmunología, que eran nuevos aquí, su apoyo y la infraestructura que ya tenía montada en el IIM me permitió avanzar de forma mucho más rápida. Además de Antonio, el resto de mi grupo ha sido muy importante. Hemos formado a bastantes personas y hemos trabajado mucho. Para mí es un orgullo saber que prácticamente todas ellas han encontrado su lugar, la mayoría en Ciencias y otros en la industria privada. Es un orgullo, además, que muchos ocupan posiciones relevantes con plazas de científicos estables tanto en España, en el CSIC, como en distintas universidades de todo el mundo. Todos ellos han contribuido a nuestro trabajo. Y a mí me alegra pensar que nosotros hemos contribuido, aunque sea un poquito, a su carrera.

Eres la jefa de un grupo de investigación. ¿En qué consisten vuestras investigaciones y qué hito os gustaría alcanzar?

Investigamos para desarrollar variedades más productivas, resilientes y de calidad, siempre cuidando la sostenibilidad del cultivo. En concreto, nuestras líneas de investigación son la resistencia a las plagas de maíz más importantes actualmente y las que podrían adquirir importancia en situaciones de calentamiento global; la resistencia a hongos y a la contaminación con microtoxinas y la tolerancia a temperaturas extremas y a sequía, en particular frío en germinación y calor y sequía estival, y en ambientes áridos.

Utilizamos la diversidad genética del maíz y para ello el Banco de Germoplasma que tiene el grupo es de extraordinaria importancia. Estudiamos las regiones del genoma y genes asociados a los caracteres de interés y los mecanismos responsables de la resistencia y tolerancia a condiciones adversas. Todo ello, nos permite diseñar los programas de mejora más adecuados para aumentar la sostenibilidad y rentabilidad del cultivo. En concreto investigamos en maíz para alimentación animal (grano y forraje) y humana (para pan y harinas, maíz dulce y palomitas) y con doble aprovechamiento (residuo de maíz para bioenergía). Tenemos una vocación de transferencia y para ello ponemos a disposición de las empresas y agricultores diverso material vegetal y la posibilidad del desarrollo de programas de mejora a demanda para satisfacer las necesidades del sector agroalimentario.

El hito que quisiéramos conseguir es acabar con el hambre en el mundo, pero nos conformamos con poner nuestro granito de arena.

Trabajamos en inmunología comparada. Nos interesa saber, por ejemplo, cómo se defienden los animales y los humanos frente a una infección viral: ¿Qué genes y que procesos son los responsables para conseguir una mayor resistencia a la enfermedad? ¿Qué mecanismos de defensa están conservados en la evolución y cuales son específicos de un grupo de animales, como el hombre? ¿Cómo se defienden los invertebrados, que suponen más del 90% de los animales de este planeta y no cuentan con un sistema inmune específico o adaptativo (linfocitos y anticuerpos)?

Trabajamos con el pez cebra, que es una especie de pez de acuario que se utiliza en biomedicina como modelo y en el que nosotros investigamos las respuestas frente a las infecciones virales. Nos interesa conocer las bases moleculares de la respuesta inflamatoria y de la respuesta antiviral. Nuestro trabajo, además, tiene una vertiente aplicada ya que trabajamos con virus y otros patógenos de peces y moluscos por lo que tienen mucha importancia en acuicultura debido a las mortalidades que los patógenos suelen producir sin disponer de herramientas para luchas contra ellas.

El haber secuenciado el genoma completo de rodaballo y el mejillón ha supuesto un hito. El genoma de rodaballo fue el primer genoma de un vertebrado secuenciado en España y el genoma de mejillón ha supuesto un paradigma ya que es un pangenoma con un porcentaje muy elevado de genes no compartido entre los individuos de esta especie. Aunque no lleguemos a esclarecer todos los misterios de la interacción entre un virus y una célula inmune, en el futuro, supongo que la aplicación de técnicas de secuenciación masiva, metatranscriptómica y técnicas avanzadas de imagen, nos traerá muchas sorpresas. Estas tecnologías nos permiten identificar los genes que se “activan” en el proceso de la infección. Lo que ya no es tan claro es a quien beneficiarán las proteínas que se formen: ¿al virus o al organismo?

¿Qué sesgos en la personalidad son necesarios para abordar una investigación? ¿Y para ejercer puestos de responsabilidad?

Para una investigación, sin duda alguna, entusiasmo, pues con esto viene todo lo demás. Para puestos de responsabilidad diría que paciencia, templanza y un estricto sentido de la justicia.

Supongo que en ambos casos se necesita bastante capacidad de trabajo, un poco de creatividad, curiosidad y, también, ilusión.

Recientemente habéis sido incluidas en “Ranking rankingDIH sobre las más importantes profesionales de la ciencia mujeres residentes en España según su índice FH”. ¿Qué opináis de los rankings?

No hay ranking perfecto, lo ideal sería que se pudiera evaluar a alguien conociendo su trabajo y de una forma individualizada. Esto sería especialmente importante cuando te estás jugando un contrato postdoctoral, una plaza de científico, etc. pero la realidad es que es imposible y “tiramos” de números que es mucho más fácil y rápido, pero puede ser muy injusto. Con esto quiero decir que puede que todas las que estamos seamos buenas científicas, pero hay muchas más que no están y que también lo son.

Los considero una herramienta más para medir la calidad de un científico, pero hay más formas: la calidad de tus publicaciones, la situación de las personas a las que has dirigido la tesis, los proyectos, las patentes, la divulgación, etc. Tras haber estado en el Ministerio varios años evaluando y gestionando proyectos y CVs, pienso que todo cuenta.

¿Consideráis que hay un “techo de cristal” en el sistema de I+D+i?

Se ha progresado mucho, pero llegado el momento de seguir una carrera investigadora, después de acabar la tesis, la mujer sigue pensándolo más. La solución sería que cuando tú te fueras de estancia postdoctoral tuvieras grandes posibilidades de conseguir un puesto de trabajo estable a la vuelta, así podrías planificar la vida y que en el caso de las mujeres pasa por algo tan importante como la decisión de ser madres.

Hace unos años me invitaron a dar una charla sobre la mujer en la ciencia desde mi perspectiva en el CSIC. Hasta ese momento no había pensado seriamente en cómo este tema me había afectado a mí. A priori, mi carrera no parecía haber tenido un techo de cristal, sin embargo, sí que existe y mi carrera probablemente fuese distinta si yo fuese hombre. Compaginar casa y trabajo siendo mujer con hijos, como es mi caso, es difícil. Siempre piensas que no le dedicas demasiado tiempo a tu trabajo cuando estás en casa y, al contrario, que no le dedicas tiempo a tu familia cuando estás trabajando. Muchos hombres, que suelen promocionar en sus carreras antes que las mujeres, incluso con menores méritos (algo que yo viví) no suelen preocuparse demasiado por estos asuntos. Por eso es triste ver a mujeres que empiezan en investigación dejándola porque no les merece la pena, porque sus parejas tienen un empleo más estable o porque no cuentan con el apoyo suficiente.

Un referente científico femenino

Bárbara McClintock

Marie Skłodowska-Curie

Un referente científico masculino

Santiago Ramón y Cajal

Élie Metchnikoff, padre del estudio de la respuesta inmune innata y premio Nobel de Medicina. A él debemos el descubrimiento de la fagocitosis o de los macrófagos. ¡Y esto lo hizo estudiando equinodermos marinos!

Lo más gratificante de dedicarte a la ciencia

Iniciar nuevos proyectos, cooperar con otros grupos, analizar resultados y discutirlos.

Además de los resultados que conseguimos cuando nuestras hipótesis de trabajo se acaban verificando, para mí es muy gratificante ver a las personas que se forman en mi grupo creciendo como científicos y como personas.

Lo más duro de dedicarte a la ciencia

La burocracia y el tener que hacer cosas para las que no está preparada como, por ejemplo, las tareas de gestión.

Si te gusta, no es duro. Puede ser duro lo que la rodea, pero no la investigación.

Los retos del sistema de I+D+i en España

Estabilizar un sistema que no dependa de los avatares de la economía, con un ratio investigador/millón de habitantes alto, equiparable por lo menos a países de nuestro entorno. y que los investigadores tengan un puesto estable a una edad razonable (30-35 años) con unas condiciones para entrar en el sistema (público o privado) más o menos constantes.

Hacer frente a la excesiva burocratización, valorar la excelencia y el trabajo, lo que debe ser aplicable a personal científico y personal técnico. Pienso que debemos ser especialmente sensibles hacia el trabajo y la labor de este último colectivo.