El Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha dado cuenta esta mañana en una rueda de prensa en su Delegación Institucional en Galicia de los resultados del primer año de trabajo del proyecto de investigación “Caracterización y recuperación de variedades de olivo autóctonas de Galicia”, que financia íntegramente, con cerca de 250.000 euros y por un periodo de cuatro años, la Fundación Juana de Vega.

La investigación la realiza el Grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia. Cuenta con la colaboración de la Asociación de Productores de Aceite e Aceituna de Galicia, que participa en la realización de las prospecciones y asesora para la aplicación de los resultados al sector, y de la Asociación de Viveristas del Noroeste, que prestará apoyo en la multiplicación de planta de aquellas variedades que resulten de mayor interés comercial.

En la rueda de prensa han intervenido, en representación del CSIC, su delegado en Galicia, Eduardo Pardo de Guevara y Valdés, y la directora del Grupo de Viticultura de la MBG, Carmen Martínez Rodríguez. Por parte de la Fundación Juana de Vega han intervenido su presidente, Enrique Sáez Ponte, y su director, José Manuel Andrade.

En 2012 el Grupo de Viticultura de la MBG, fundado en el año 2000, pero que tuvo su origen en 1987 y con líneas de investigación acerca de la recuperación de variedades autóctonas de vid de Galicia y Asturias, inició una nueva línea de investigación centrada en el estudio de las variedades de olivo existentes en Galicia. Esos primeros trabajos exploratorios permitieron confirmar la existencia de dos variedades de olivo autóctonas gallegas (Brava Gallega y Mansa Gallega), recientemente reconocidas oficialmente, gracias a los resultados aportados por el citado grupo. En esos trabajos previos, además, se ha demostrado que existían, al menos, cinco variedades más, autóctonas de Galicia todas ellas, y totalmente desconocidas en otros lugares.

En 2017 el citado grupo firmó un contrato de investigación con la Fundación Juana de Vega, entidad con la que lleva más de 10 años colaborando en el ámbito de la viticultura, con cuatro objetivos fundamentales: 1) ampliar y completar la recuperación de las variedades de olivo autóctono gallego, a través de la realización de prospecciones exhaustivas 2) caracterizar los ejemplares localizados a nivel botánico, molecular y agronómico, así como los aceites de aquellas que resulten diferentes y únicas 3) poner a disposición del sector y de las administraciones autonómica y nacional, los datos científico-técnicos necesarios para el reconocimiento legal y comercial como variedades de olivo autóctonas de Galicia y únicas en el mundo y 4) poner a disposición de viveristas y olivareros planta de las variedades de olivo autóctono gallego que presenten interés comercial.

“El objetivo general ahora es ampliar y completar la recuperación de variedades de olivo autóctono gallego, así como caracterizar los aceites procedentes de dichas variedades. Para ello, la investigación consta de las siguientes acciones. En primer lugar, encuestas sobre la existencia de olivos centenarios en diferentes puntos de Galicia, visitas y prospecciones en cada zona, verificación del carácter centenario del olivo y toma de muestras de hojas y aceitunas. A continuación, se realiza la caracterización molecular (ADN) y botánica de todas ellas. El siguiente año, en la época de maduración, se recoge cantidad suficiente de aceituna de aquellos ejemplares que han resultado ser variedades distintas para hacer una microelaboración de aceite. Posteriormente, cada uno de estos aceites es sometido a distintos tipos de análisis para conocer su composición. En años posteriores se realizarán elaboraciones de aceite, a mayor escala, de aquellas variedades que presenten más interés comercial”, explica Carmen Martínez Rodríguez.

Desde noviembre de 2016 hemos localizado y marcado 72 olivos, todos centenarios, excepto los dos testigos de Arbequina y Picual, en localidades de las cuatro provincias gallegas”, apunta la investigadora del CSIC.

Hasta el momento, en los laboratorios de la MBG se ha analizado el ADN de 47 olivos, lo que ha puesto de manifiesto que hay 13 variedades distintas, de las cuales cinco se corresponden con variedades localizadas previamente en Galicia por el citado grupo.

“De las restantes, dos se corresponden con árboles jóvenes de las variedades Arbequina y Picual, originarias del sur de España, empleadas como testigo en este estudio. Además, un ejemplar centenario resultó ser Cobrancoça, variedad tradicional portuguesa. Las otras restantes se presupone que son también autóctonas de Galicia, si bien todavía se están consultando bases de datos internacionales para confirmarlo. A estas hay que añadir cuatro más que habíamos encontrado en trabajos anteriores, pero que no se han detectado en las prospecciones realizadas en el marco del presente proyecto, hasta el momento”, dice Carmen Martínez Rodríguez.

“En la época de maduración, es decir, a finales de 2017, se recogió aceituna y se han elaborado pequeñas cantidades de aceite de 15 olivos distintos. Los análisis han puesto de manifiesto que todos cumplen los parámetros exigidos por la normativa vigente para ser considerados aceites de calidad y que existen diferencias entre ellos, especialmente en la concentración de determinados compuestos. Es importante, sin embargo, ser cautos con estos datos, ya que cada olivo está en una ubicación diferente y sometidos a manejos muy distintos”, destaca.

En estos momentos el grupo de investigación está inmerso en la realización de los análisis de ADN de todos los olivos ya localizados y en las próximas semanas están previstos nuevos muestreos en localidades como Verín, Valdeorras y distintos puntos de la provincia de Pontevedra.

“Los resultados finales, con los que se espera contar en 2021, permitirán, además, poner a disposición de viveristas y olivareros planta de variedades de olivo autóctono gallego de interés comercial y ofrecer al sector y a las administraciones públicas los datos científico-técnicos requeridos para el reconocimiento legal y comercial como variedades de olivo autóctonas de Galicia”, señala.

En este sentido, en octubre de 2017 las investigaciones del grupo de Viticultura ya permitieron el reconocimiento oficial de dos variedades de olivo autóctonas de Galicia, “Brava gallega” y “Mansa gallega”.

Por su parte, José Manuel Andrade, director de la Fundación Juana de Vega destacó que “los resultados que hoy presentamos aquí son una prueba de la inmensa riqueza biológica que tenemos en Galicia, que no tenemos identificada ni caracterizada y de la que no podemos sacar provecho económico”. Por ello señala que “proyectos como este son una apuesta estratégica de la Fundación orientada a recuperar variedades autóctonas de interés agrario en Galicia y ponerlas a disposición del sector agroalimentario con todas las garantías y certificaciones, con el objetivo final de ayudar en la mejora de la competitividad por medio de la diferenciación de producto”.

El presidente de la Fundación, Enrique Sáez Ponte, incidió en que “ésta es una entidad privada, que desarrolla sus actividades con los ingresos que derivan de su patrimonio” y destacó que “en el desarrollo de los proyectos que impulsamos tratamos de integrar a todos los que tienen algo que ver con la iniciativa, en este caso a los productores de olivos, a los viveros que suministran la planta y a un organismo de investigación de primer nivel mundial como es el CSIC, con el que tenemos ya una larga trayectoria de colaboración”. Reclamó la “necesidad de hacer las cosas bien desde el principio, con paciencia, para que el sector olivarero esté seguro de lo que planta, sobre todo de las variedades brava y mansa, que ya están reconocidas y en el futuro pueda aprovechar la diferenciación que producen estas variedades autóctonas”.

El CSIC, a través del Grupo de Viticultura de la MBG (Pontevedra) y con la colaboración de APAG y ASVINOR, desarrolla la investigación, financiada íntegramente por la Fundación Juana de Vega, para ampliar y completar la recuperación de variedades de olivo autóctono gallego, así como caracterizar los aceites procedentes de dichas variedades.

Durante este primer año el grupo ha realizado prospecciones en las cuatro provincias gallegas, lo que ha dado como resultado la localización y marcado, para su seguimiento y estudio, de 70 olivos centenarios. La mayoría están en el sur de las provincias de Lugo, Ourense y Pontevedra.

Hasta la fecha el equipo ha realizado el análisis de ADN y la descripción botánica y agronómica de 45 de los 70 olivos centenarios, lo que ha revelado que hay 13 variedades distintas. Se ha encontrado también un ejemplar de la variedad portuguesa Cobrancoça y en el estudio se han incluido, a modo de testigo, ejemplares de plantaciones jóvenes gallegas de Arbequina y Picual, originaras del sur de España.

También se han elaborado pequeñas cantidades de aceites a partir de aceitunas de 14 de los 70 olivos centenarios localizados y de la Arbequina procedente de una plantación gallega, que fue utilizada como testigo.