Un equipo de arqueólogos liderado por el Instituto de Ciencias del Patrimonio (CSIC, Santiago de Compostela), ha concluido el trabajo de investigación iniciado este verano en el Parque Natural de los Valles Occidentales (comarca de la Jacetania, Huesca) y con base en la estación de montaña de Jaca del IPE. La iniciativa tuvo como objetivo completar el catálogo de monumentos megalíticos del parque y ha dado como resultado un destacado hallazgo: dos dólmenes situados a más de 2.100 metros de altitud, convirtiéndolos en uno de los monumentos más altos del Pirineo aragonés.
La investigación dirigida por Jorge Canosa Betés, contribuye a que estos y otros 50 monumentos prehistóricos conocidos previamente pasen a ser incluidos en el inventario del Gobierno de Aragón, haciendo del parque natural una de las zonas del Pirineo con mayor densidad de sitios arqueológicos documentados.
El equipo de trabajo ha estado integrado además de por arqueólogos del CSIC en Galicia por personal de la Universidad Pompeu Fabra (Cataluña) y de la Universidad de Leicester (Reino Unido).
Los trabajos de localización e inventariado se enmarcan un proyecto de investigación sobre los primeros pastores del Pirineo y su forma de ocupar y entender los espacios de alta montaña. La iniciativa forma parte del trabajo de tesis doctoral de Jorge Canosa, que trata sobre concepto de monumentalidad y configuración de los paisajes monumentales durante la Prehistoria y está dirigida por Felipe Criado Bocedo y Pastor Fábrega Álvarez del Incipit.
Esta fase del proyecto buscaba completar el catálogo de dólmenes y otros monumentos megalíticos para tener una visión en conjunto, pensando en ampliar las investigaciones en los próximos años.
Los dólmenes a mayor altura del parque natural
“Los dos dólmenes identificados durante la prospección arqueológica se encuentran junto al puerto Vernera (Aragüés del Puerto) y de camino al puerto de Aisa, a 2.120 metros y 2.117 metros de altitud respectivamente. Están formados por un túmulo circular de unos 15 metros de diámetro a base de rocas calizas grises y una cámara sencilla de grandes losas anaranjadas. La estructura de ambos está completamente desmoronada y ninguna de las losas sigue en pie y no se puede descartar la posibilidad de que todavía se conserven restos humanos y de ajuar en su interior”, explica Jorge Canosa Betés.
Junto a estos hallazgos, se han reconocido otros 50 monumentos prehistóricos que no estaban incluidos en el inventario oficial del Gobierno de Aragón, la mayoría de ellos dólmenes, pero también se han encontrado menhires, cistas y círculos de piedras.
“La gran tradición montañera en la zona ha permitido que durante las últimas décadas se hayan encontrado numerosos monumentos nuevos, pero el conocimiento de estos se había limitado a la transmisión oral y ahora, tras la prospección, todos estos monumentos pasarán a tener reconocimiento y protección legal”, destaca el arqueólogo.
Posibilidad para las actividades de montaña
El Parque Natural de los Valles Occidentales se encuentra en los términos municipales de Ansó, Valle de Hecho, Aragüés del Puerto, Aisa y Borau y alberga una amplia oferta para turismo cultural y de naturaleza. Fruto de las diferentes investigaciones arqueológicas llevadas a cabo durante el siglo XX se conocía ya una amplia cantidad de monumentos megalíticos como el dolmen de Aguas Tuertas o la Corona de los Muertos.
“Con estos nuevos monumentos catalogados, se consolidan como una de las áreas con mayor densidad de este tipo de sitios arqueológicos de todo el Pirineo, todos perfectamente visitables y con posibilidades para todos los públicos. Así, algunos apenas suponen un paseo de 5 minutos desde la carretera mientras que, quienes prefieran desafíos mayores, pueden realizar largas caminatas para llegar a monumentos de mayor altitud”, destaca Jorge Canosa Betés.
Historia
Los pastos de la montaña pirenaica fueron aprovechados por los rebaños de los grupos humanos neolíticos que levantaron estos dólmenes para enterrar a sus difuntos. Pero los lugares donde ubicaron las sepulturas no fue casual. Como ahora, la dureza del clima de alta montaña impedía pastar a los rebaños durante los meses fríos, por lo que la presencia de estos grupos humanos era solo temporal. A falta de fronteras, reglamentos y límites municipales, una forma de reclamar el derecho a explotar los mismos pastos al año siguiente era demostrando con estas tumbas que sus parientes habían estado allí con anterioridad, por lo que la localización de los dólmenes es estratégica.
Las investigaciones llevadas a cabo este verano por el CSIC muestran cómo estos monumentos megalíticos se distribuyen a lo largo de las fronteras de los diferentes valles, situados muchos de ellos en caminos de acceso a collados o en los propios puertos de montaña, algunos formando parte, incluso, de fronteras administrativas actuales. En los próximos años, los trabajos se orientarán a deducir la utilidad de estos monumentos más allá su función funeraria y por qué fueron construidos donde fueron construidos.

Llano situado de camino al puerto de Aisa. Muchos de estos monumentos se encuentran en espacios buenos para pastar y junto a caminos.