Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en colaboración con la Universidad de Miami y el Instituto Español de Oceanografía, han estudiado los cambios en la reserva de carbono orgánico disuelto (DOC) de las aguas profundas del océano Atlántico.
Los resultados muestran una producción de carbono orgánico en ciertas zonas. Así, según esta investigación, en el Atlántico sur hay un aumento de 27 millones de toneladas de carbono orgánico al año, mientras que en el Atlántico norte (que actúa como un sumidero) se eliminan 298 toneladas de carbono. Este balance convierte al Atlántico profundo en un sumidero neto de carbono orgánico disuelto.
“Es muy relevante haber descubierto que hay zonas del océano profundo donde también se produce carbono orgánico disuelto. Todo este carbono que se adiciona en las profundidades oceánicas es carbono que no pasa a la atmósfera en forma de CO2 a corto plazo, lo que, en principio, no contribuye al efecto invernadero y eso es algo positivo”, explica la científica del CSIC Cristina Romera Castillo, quien lidera esta investigación, que inició en la Universidad de Miami y ha continuado en el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona. El trabajo ha contado además con la participación de los científicos Xosé Antón Álvarez Salgado, del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, y Marta Álvarez del Instituto Español de Oceanografía de A Coruña.
Los detalles de la investigación, financiada por la National Science Foundation y el MINECO en el marco del proyecto FLUXES se han publicado en la revista Global Biogeochemical Cycles.
Consecuencias para el ciclo de carbono y el clima
Parte del CO2 atmosférico que es absorbido por los océanos acaba en forma de carbono orgánico disuelto recalcitrante y queda “secuestrado” en el océano durante miles de años. La reserva oceánica de este carbono interviene en la regulación del clima del planeta ya que puede actuar como fuente o sumidero de carbono a la atmósfera. Por ejemplo, si todo el DOC actualmente disuelto en los océanos se oxidase a CO2, se duplicaría la cantidad de CO2 en la atmósfera.
Para averiguar los cambios en las reservas de carbono a lo largo de los años, los científicos han medido los parámetros físico-químicos de las grandes masas de agua que forman el océano.
Estas masas se forman en la superficie del océano y se hunden a distintas profundidades en función de su densidad. Desde que se forman, se trasladan miles de kilómetros por todo el océano y circulan durante décadas, mezclándose muy lentamente entre ellas. Cada una de ellas tiene una temperatura y salinidad características, lo que permite su identificación. Esto es lo que ha permitido averiguar el incremento o disminución del carbono orgánico disuelto en cada masa a lo largo de los años. En la investigación se han analizado datos de las cinco masas de agua principales del Atlántico profundo, tres de origen antártico y dos de origen noratlántico.
Para el estudio, el equipo investigador utilizó una extensa base de datos recogidos a lo largo de varias campañas oceanográficas que tuvieron lugar entre 2010 y 2013 en el océano Atlántico. Asimismo, a través de un complejo análisis de los mismos se ha determinado las distintas masas de agua existentes en la zona de estudio y la proporción de cada una de estas en cada muestra recogida.
Hasta ahora se sabía que el carbono orgánico disuelto presente en cada una de estas masas disminuye paulatinamente al ser consumido por los microorganismos marinos. Los aumentos de este carbono en algunas masas de agua del Atlántico profundo suponen un nuevo factor a tener en cuenta en los modelos biogeoquímicos. “Es probable que este carbono venga de material que sedimenta desde la superficie y se va solubilizando”, afirman los investigadores.
Xosé Antón Álvarez Salgado, profesor del CSIC en el Instituto de Investigaciones Marinas IIM (Vigo) explica: “Que se produzcan sumas o eliminaciones de DOC en el océano profundo depende de la profundidad a la que se encuentra la masa de agua y del tiempo que hace que esta se formó en superficie”. Las masas de agua analizadas se formaron entre 30 y 70 años atrás.
Asimismo, los investigadores concluyen que “los futuros cambios que afecten a la composición de las masas de agua y a la circulación oceánica, como los que podrían deberse al cambio climático, también afectarán a la distribución actual de carbono y a la reserva de DOC oceánico”.
El equipo estima que del total de DOC producido en la superficie del Atlántico, el 40% es consumido en las profundidades de esta cuenca oceánica. “En el Atlántico Norte, el 66% del DOC consumido tiene lugar en el agua profunda noratlántica. Mientras que, en el Atlántico Sur, la principal fuente de DOC es el agua intermedia antártica con una producción del 45%” explica Marta Álvarez, investigadora del Instituto Español de Oceanografía de A Coruña.
Referencia:
Romera‐Castillo, C., Álvarez, M., Pelegrí, J. L., Hansell, D. A., & Álvarez‐Salgado,
- A. (2019). Net additions of recalcitrant dissolved organic carbon in the deep Atlantic Ocean. Global Biogeochemical Cycles, 33. https://doi.org/10.1029/2018GB006162
